Posteado por: veisvedruna | 5 enero, 2015

REFLEXION «SUPERVIVENCIA EN UN TIEMPO DE CRISIS»

SUPERVIVÈNCIA EN UN TEMPS DE CRISI. REFLEXIONS ETIMOLÒGIQUES D’UN CAPELLÀ INDIGNAT

SUPERVIVENCIA EN UN TIEMPO DE CRISIS. REFLEXIONES ETIMOLÓGICAS DE UN CAPELLÁN INDIGNADO

 

 

Supervivencia

Del latín macarrónico: “vívere súper”. Es verdad. ¡Y tanto! Hay quien vive ‘súper’ en tiempos de crisis. Más aún, que gracias a la crisis viven súper. Los ejemplos se multiplicarían. Donde más encontraríamos sería entre los políticos (de todos los signos), sindicalistas y empresarios. También en la clase obrera, no penséis que no. Y si me apretáis también entre los curas, aunque, a decir verdad, y por lo que conozco, de estos, los menos. Bueno, yo no conozco a ningún cura que viva ‘súper’ gracias a la crisis.

Del latín de Séneca y Virgilio: “supervivens”, es decir, que sobrevive. ‘Sobrevivir’, según el diccionario del DIEC, es “vivir uno después de la muerte de otro o después de un determinado suceso”. Bueno, cojámonos a la segunda. O sea, no esperemos que se nos muera un tío rico en América sin más herederos que yo. Así no vale. Sobrevivir así no, por favor. No por nada, sino por cálculo de probabilidades. Es altamente improbable. De todos los millones que en España esperamos pacientemente (e indignadamente al estilo del 15 M y Podemos) sobrevivir a la crisis, no habrá más que un par (de almas, no de millones) que correrán esa suerte (heredar del tío rico).

La segunda es el ‘determinado suceso’, es decir, la crisis.

Analicemos ahora, etimológicamente, por supuesto, lo de la crisis.

 

Crisis

Viene del griego. Me lo imaginaba. ¡Pobres griegos!  No es para consolarnos, pero esos aún están peor que nosotros. Ahora del DRAE: “Cambio brusco en el curso de una enfermedad, ya sea para mejorarse, ya para agravarse el paciente”. Por favor, ¡que sea “para mejorarse”! Con todo lo que estamos pasando, que el cambio al final sea “para mejorarse”, porque si encima, al final, es “para agravarse”, apaga y vámonos. De momento es “para agravarse”, de momento yo no he perdido la esperanza y de momento me pongo manos a la obra.

Porque sobreviviremos a la crisis si nos ponemos manos a la obra. Si esperamos que los políticos, sindicalistas y empresarios nos saquen de la crisis, apañados vamos. No olvidemos que por lo que nos huele, un montón de políticos, sindicalistas y empresarios en vez de poner manos a la obra ponen mano a nuestros bolsillos por no decir a otro sitio. No, no confío mucho en ellos. Confío mucho más en mí mismo y en mi capacidad de lucha, de trabajo, de honradez y, os soy sincero, de muchas más capacidades.

Es verdad que escribo y pienso desde la postura cómoda del cura jubilado. Pero también es cierto que rodeado, y bien de cerca, de parientes, amigos y bienhechores con todos los problemas que os podéis imaginar. En este momento llega a mi lugar de trabajo Abdeslam, casado, un hijo, parado de larga duración, que ya no cobra ni el subsidio. Entre todos hacemos lo que podemos. El problema no me afecta a mí directamente, pero, lo repito, sí a un montón de mis parientes, amigos y bienhechores, y yo no soy de piedra. Desde mi más tierna infancia y desde el seminario, se me enseñó y aprendí los principios básicos del cristianismo, e intento ponerlos en práctica.

Hoy estuve comiendo en casa de unos jóvenes amigos. Él, Jordi, valenciano; ella, Yumika, japonesa. Nos hizo una comida tradicional la madre de Yumika que ha venido a visitar a su hija. La madre de Yumika regenta un pequeño restaurante en Japón. Nos hemos chupado los dedos. Gracias. En la conversación prandial y postprandial yo era defensor de que no estamos ante una crisis económica, sino ante una crisis de ética. No todos estaban completamente de acuerdo. Es normal.

Imaginaos por un momento que ‘to er mundo e bueno’. Pero de verdad. Imaginaos –hace falta mucha imaginación, ya lo sé- que no hay corrupción. De golpe ya hemos bajado a la mitad el nivel de parados. Imaginaos que no hay mentira. El nivel de parados en España ha bajado hasta el 5%. Imaginaos que los políticos, sindicalistas y empresarios trabajan por el bien del País. ¡Ya no hay parados! Imaginaos que pasa lo mismo en el resto del mundo. ¡Ya no hay hambre! ¡Ya no hay enfermedades fácilmente curables que se llevan por delante a millones de personas cada año! ¡Ya no mueren 3.000 niños –si 3.000 más o menos como los de las torres famosas- al día por desnutrición y enfermedades propias de países oprimidos y esclavizados! (Países del tercer mundo, países en vías de desarrollo, países menos favorecidos, etc., son eufemismos para ocultar la realidad de países oprimidos y esclavizados, y así dejar nuestras conciencias tranquilas).

Me pongo manos a la obra. Intento conformar mi comportamiento con los niveles máximos posibles de ética social que viene a ser la ética cristiana. Y desde la trona de mi pueblo, los domingos, y desde la reflexión y el lápiz y papel (léase ‘ordenador’), todos los días intento profundizar, analizar y aplicar la buena noticia de Jesús.

Soy sacerdote, pero si os tengo que decir la verdad, no soy muy religioso en el sentido al uso del término. De paso os diré que Jesús tampoco era un hombre muy religioso. Hace un par de años, en el Libro de Fiestas de mi pueblo, escribía una cosa parecida a esta:

Las características de una persona religiosa son las siguientes:

  1. Tiene un credo y unos dogmas a los que presta asentimiento sin duda alguna.
  2. Tiene unas oraciones predeterminadas, que reza fervorosamente todos los días.
  3. Tiene unas liturgias y unos ritos más o menos solemnes, más o menos complejos, que sigue y de los que participa puntualmente.
  4. Tiene unos mandamientos y unas leyes que debe cumplir escrupulosamente.
  5. Tiene una jerarquía que le marca el camino que ha de seguir y le amonesta (con mayor o menor fuerza) cuando se aparta de ese camino marcado.

No, evidentemente, Jesús no era un hombre religioso, al menos en el sentido que acabamos de dar a este término.

Nosotros, y cuando digo nosotros hago referencia, por ejemplo, a los que vamos a misa los domingos, digo que nosotros sí somos personas religiosas. Lo que no quiere decir mucho. Creo que se una persona religiosa no es, por definición, ni bueno ni malo. Según. Cualquiera podría decir que Pinochet (y otros), o un sacerdote abusador de chiquillos, o algunos de nuestros más famosos corruptos, es una persona religiosa. Y… tendría razón, pero, ya me contaréis… Sin embargo, también cualquiera podría decir que Teresa de Calcuta, el asesinado obispo Romero o las benditas monjas que vemos día sí día también en la TV dando un testimonio maravilloso en las situaciones más difíciles del África Negra, pongo por caso, digo que cualquiera podría decir que estas personas son o eran unas personas religiosas. Y tampoco nos equivocaríamos. En ambos casos se puede decir que se trata de personas religiosas. Pero la diferencia es fundamental. Por eso digo que ser una persona religiosa no es, por definición, ni bueno ni malo.

Desde el punto de vista de la religión cristiana, si el credo, las oraciones, las liturgias, los mandamientos y la jerarquía me conducen a la fe, la religión ha cumplido su encargo. Si, por el contrario, la jerarquía, los mandamientos, las liturgias, las oraciones y el credo, se quedan en sí mismos y no nos conducen a la fe, todo eso se ha convertido en palabras vacías. Si lo queréis más claro: no sirve para nada. O peor todavía. Sirve para la autocomplacencia, para la justificación de nuestros actos y hasta de nuestros pecados. El problema es que el mensaje que nosotros hemos transmitido ha sido, muchas veces, el mensaje de la religión y no el de la fe.

El mensaje de la religión lo conocemos bien. El mensaje de la fe implica, entre otras cosas, un mensaje de ética cristiana. Un mensaje que puede cambiar el mundo. Un mensaje que haría desaparecer la crisis.

Entonces nos planteamos la pregunta del millón.

¿Qué es la fe?

La fe es vivir de una forma determinada. La fe cristiana es vivir conforme vivía Jesucristo. Y Jesucristo vivió dedicado a propagar, con palabras y hechos, el Reino de Dios. Con toda la fuerza, tanta que le condujo a la muerte. Un Reino de amor, de justicia, de verdad, de libertad, de paz. Jesús dedicó su vida a poner al día el sueño más antiguo del corazón humano, el deseo casi desesperado de todas las culturas de todos los tiempos: la liberación de todas las cadenas que aprisionan el ser humano.

Cada vez que nosotros dedicamos nuestros esfuerzos para liberar a un hermano de cualquier cadena, sea la pobreza, sea la inmigración, sea la injusticia, sea la mentira, sea la corrupción, sea la falsedad…, cualquier cadena, estaremos manifestando nuestra fe.

Si nuestra religión nos lleva a trabajar por ese sueño universal, nuestra religión nos conduce a la fe. Si llegamos a trabajar por ese sueño por otros caminos, esos otros caminos nos conducen, igualmente, a la fe.

Me falta por analizar, etimológicamente, la palabra ‘tiempo’.

Tiempo

Está para despistar. Como cuando Santiago, mi amigo el periodista ecuatoriano que cada día arriesga su vida, simplemente por decir la verdad, que una tarde me preguntó. ¿Javier, tú crees profundamente en Dios? El ‘profundamente’ estaba para despistar. Lo de ‘creer’ y ‘Dios’, merecían un análisis. También etimológico, por qué no. ‘Creer’ equivale a ‘tener fe’, según la descripción que acabo de hacer una líneas antes. ‘Dios’, para San Ireneo, eran los pobres.  Para algunos, creer en Dios es lo mismo que trabajar por los más necesitados. ¡Vaya usted a saber!

SUPERVIVÈNCIA EN UN TEMPS DE CRISI. REFLEXIONS ETIMOLÒGIQUES D’UN CAPELLÀ INDIGNAT

 

Supervivència

Del llatí macarrònic: “vívere súper”. És veritat. I tant! Hi ha qui viu ‘súper’ en els temps de crisi. Més encara, que gràcies a la crisi viuen súper. Els exemples es multiplicarien. On més trobaríem seria entre els polítics (de tots els signes), sindicalistes i empresaris. També en la classe obrera, no penseu que no. I, si m’apureu, també entre els capellans, encara que, certament i pel que conec, d’estos, els menys.  Doncs, bé, jo no en conec cap capellà que viva ‘súper’ gràcies a la crisi. Almenys dels capellans d’a peu.

Del llatí de Sèneca i Virgili: “supervivens”. És a dir, que sobreviu. ‘Sobreviure’, segons el diccionari de la RAE, és “viure un després de la mort d’un altre o després d’un determinat succés”. Doncs, bé, agafem-nos a la segona. O siga, no esperem que se’ns muira un tio ric a Amèrica sense més hereus que jo. Així no val. Sobreviure així no, per favor! No per res, sinó per càlcul de probabilitats. És altament improbable. De tots els milions que a Espanya esperem pacientment (i indignadament a l’estil 15 M i Podemos) sobreviure a la crisi, no hi haurà ni un parell (d’ànimes, no de milions) que correran eixa sort (heretar del tio ric).

La segona és el ‘determinat succés’, és a dir, la crisi.

Analitzem ara, etimològicament, per descomptat, això de la crisi.

Crisi

Ve del grec. M’ho imaginava. Pobres grecs!  No és per a consolar-nos, però eixos encara estan pitjor que nosaltres. Ara, del DIEC: “Crisi. Canvi brusc, favorable o advers, en el curs d’una malaltia”.  Per favor, que siga “favorable”! Amb tot el que estem passant, que el canvi al final siga “favorable”, perquè si damunt, al final, és “advers”, apaga i anem-se’n. De moment és “advers”, de moment jo no he perdut l’esperança i de moment em pose a la feina.

Perquè sobreviurem a la crisi si ens posem mà a l’obra. Si esperem que els polítics, sindicalistes i empresaris ens traguen de la crisi, apanyats anem. No oblidem que pel que ens ol, un munt de polítics, sindicalistes i empresaris en compte de posar mà a l’obra posen mà a les nostres butxaques per no dir a un altre lloc. No, no confie molt en ells. Confie molt més en mi mateix i en la meua capacitat de lluita, de treball, d’honradesa i, vos sóc sincer, de moltes més capacitats.

És veritat que escric i pense des de la postura còmoda del capellà jubilat. Això no té remei, sóc capellà i estic jubilat, què anem a fer-li! Però també és cert que rodejat, i bé de prop, de parents, amics i benefactors amb tots els problemes que us podeu imaginar. I jo no sóc de pedra. En aquest moment arriba al meu lloc de treball Abdeslam, casat, un fill, parat de llarga duració, que ja no cobra ni el subsidi. Entre tots fem el que podem. Des de la meua més tendra infància i des del seminari, se me va ensenyar i vaig deprendre els principis bàsics del cristianisme, i intente posar-los en pràctica.

Hui he menjat a casa d’uns jóvens amics. El, Jordi, valencià; ella, Yumika, japonesa. Ens ha fet un menjar tradicional la mare de Yumika que ha vingut a visitar la seua filla. La mare de Yumika regenta un xicotet restaurant al Japó. Ens hem xuplat els dits. Gràcies. En la conversació prandial i postprandial jo era defensor que no estem davant d’una crisi econòmica, sinó davant d’una crisi d’ètica. No tots estaven, completament, d’acord. És normal.

La meua tesis de la crisi d’ètica es pot comprendre de la següent forma. Imagineu-vos, per un moment, que ‘to er mundo e bueno’. Però de veritat. Imagineu-vos –fa falta molta imaginació, ja ho sé- que no hi ha corrupció. De colp ja hem baixat a la meitat el nivell de parats. Imagineu-vos que no hi ha mentida, ni en empresaris, ni en treballadors, ni en polítics, ni en sindicalistes. El nivell de parats a Espanya ha baixat fins al 5%. Imagineu-vos que els polítics, sindicalistes i empresaris treballen pel bé del País. Ja no hi ha parats! Podem, fins i tot rebre subsaharians, nordsaharians, sudamericans i nordamericans. Imagineu-vos que passa el mateix en la resta del món. Ja no hi ha fam! Ja no hi ha malalties fàcilment curables que es duen per davant a milions de persones cada any! Ja no moren 3.000 xiquets al dia –sí, al dia; sí, 3.000, més o menys com els de les torres famoses- per desnutrició i malalties pròpies de països oprimits i esclavitzats! (Països del tercer món, països en via de desenrotllament, països menys afavorits, etc., són eufemismes per a ocultar la realitat de països oprimits i esclavitzats, i així deixar les nostres consciències tranquil·les).

Em pose mà a l’obra. Intente conformar el meu comportament amb els nivells màxims possibles d’ètica social que ve a ser l’ètica cristiana. I des de la trona del meu poble, els diumenges, i des de la reflexió i el llapis i paper (llegiu ‘ordinador’), tots els dies intente aprofundir, analitzar i aplicar la bona notícia de Jesús.

Ja ho sabeu, sóc capellà, però si us he de dir la veritat, no sóc molt religiós en el sentit a l’ús del terme. De pas us dic que Jesús tampoc no era un home molt religiós. Fa poc temps, en el Llibre de Festes del meu poble, escrivia una cosa pareguda a esta:

Les característiques d’una persona religiosa són les següents:

  1. Té un credo i uns dogmes als que presta assentiment sense dubte algú.
  2. Té unes oracions predeterminades, que resa fervorosament tots els dies.
  3. Té unes litúrgies i uns ritus més o menys solemnes, més o menys complexes, que segueix i dels quals participa puntualment.
  4. Té uns manaments i unes lleis que deu acomplir escrupolosament.
  5. Té una jerarquia que li marca el camí que ha de seguir i l’amonesta (amb major o menor força) quan s’aparta d’eixe camí marcat.

No, evidentment, Jesús no era un home religiós, al menys en el sentit que acabem de donar a aquest terme.

Nosaltres, i quan dic nosaltres faig referència, per exemple, als que anem a missa els diumenges, dic que nosaltres sí som persones religioses. El qual no vol dir molt. Crec que ser una persona religiosa no és, per definició, ni bo ni roí. Segons. Qualsevol podria dir que Pinochet (i altres), o un prevere abusador de xiquets, o alguns dels nostres més famosos corruptes, és una persona religiosa. I…, tindria raó, però, ja em direu… Tanmateix, també qualsevol podria dir que Teresa de Calcuta, l’assassinat bisbe Romero o les beneïdes monges que veiem dia sí dia també en la TV donant un testimoni meravellós en les situacions més difícils de l’Àfrica Negra, pose per cas, dic que qualsevol podria dir que aquestes persones són o eren unes persones religioses. I tampoc no s’enganyarien. En ambdós els casos es pot dir que es tracta de persones religioses. Però, la diferència és fonamental. Per això dic que ser una persona religiosa no és, per definició, ni bo ni roí.

Des del punt de vista de la religió cristiana, si el credo, les oracions, les litúrgies, els manaments i la jerarquia em duen a la fe, la religió ha acomplit el seu encàrrec. Si, pel contrari, la jerarquia, els manaments, les litúrgies, les oracions i el credo, es queden en sí mateix i no ens duen a la fe, tot això s’ha convertit en paraules buides. Si ho voleu més clar: no serveix per a res. O pitjor encara. Serveix per a la autocomplaença, per a la justificació dels nostres actes i fins i tot dels nostres pecats. El problema és que el missatge que nosaltres hem tramés, ha segut, moltes vegades, el missatge de la religió i no el missatge de la fe.

El missatge de la religió el coneixem bé. El missatge de la fe implica, entre altres coses, un missatge d’ètica cristiana. Un missatge que pot canviar el món. Un missatge que faria desaparèixer la crisi.

Aleshores ens plantegem la pregunta del milió.

Què és la fe?

La fe és viure d’una forma determinada. La fe cristiana es viure conforme vivia Jesucrist. I Jesucrist va viure dedicat a propagar, amb paraules i actes, el Regne de Déu. Amb tota la força, tanta que el va conduir a la mort. Un Regne d’amor, de justícia, de veritat, de llibertat, de pau. Jesús va dedicar la seua vida a posar al dia el somni més antic del cor humà, el desig quasi desesperat de totes les cultures de tots els temps: l’alliberament de totes les cadenes que empresonen l’ésser humà.

Cada vegada que nosaltres dediquem els nostres esforços per a alliberar un germà de qualsevol cadena, siga la pobresa, siga la immigració, siga la injustícia, siga la mentida, siga la corrupció, siga la falsedat…, qualsevol  cadena, estem manifestant la nostra fe.

Si la nostra religió ens duu a treballar per eixe somni universal, la nostra religió ens duu a la fe. Si arribem a treballar per eixe somni per altres camins, eixos altres camins ens duen, així mateix, a la fe.

Em falta per analitzar, etimològicament, la paraula ‘temps’.

Temps

Està per a despistar. Com quan Santiago, el meu amic el periodista equatorià que cada dia arrisca la seua vida, simplement per dir la veritat, que una vesprada em va preguntar. Javier, tu creus profundament en Déu? El ‘profundament’ estava per a despistar. Això de ‘creure’ i ‘Déu’, mereixien una anàlisi. També etimològic, per què no. Ja ho farem en un altre moment. Us done un resum del que pense: ‘Creure’ equival a ‘tindre fe’, segons la descripció que acabe de fer unes línies abans. ‘Déu’, per a Sant Ireneu, eren els pobres.  Per a alguns, creure en Déu és el mateix que treballar pels més necessitats. Vaja vosté a saber!


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